viernes, 24 de diciembre de 2010

¡FELIZ NAVIDAD!...

Después de vivir tantas Navidades, año tras año, estamos acostumbrados en estas fechas a recibir un montón de felicitaciones. Es algo similar al día de nuestro cumpleaños:

  • se repite cada año en las mismas fechas
  • todo el mundo nos transmite sus mejores deseos y felicitaciones
  • nos sentimos alegres y especiales por las atenciones que nos prestan
  • además de las felicitaciones recibimos algunos regalos
  • ...
Nos gusta la Navidad porque es un tiempo especial en el que además de todo lo dicho, estamos de vacaciones.

Sin embargo, como ya se trató en la última sesión que tuvimos de debate, estamos poco a poco olvidando el verdadero sentido de la Navidad, si es que alguna vez lo comprendimos.

Y esto se debe principalmente a que, desde hace tiempo, todo lo que nos rodea pretende disfrazar el sentido real de esta celebración: los Reyes Magos se sustituyen por la figura de Papá Noel, el Belén se sustituye por el árbol de Navidad...

De este modo se ha ido perdiendo el sentido de unas fiestas que lo tienen en la conmemoración del Nacimiento del Niño Dios, para quedarse en una fiesta sin sentido.


Por tanto, vaya nuestra más sincera felicitación navideña a todos vosotros, pero desde el sentido real de esta celebración.





Por eso, nuestra felicitación no será sólo una ¡Feliz Navidad!, sino también ¡Feliz Nacimiento del Niño Dios! ¡Feliz alumbramiento de Dios hecho hombre! ¡Felices Pascuas! ¡Feliz adoración a nuestro Dios en la divina forma de un bebé!...


Los cristianos tenemos la suerte de creer en un Dios que, como dice San Pablo, "despojándose de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuó como un hombre cualquiera. (Flp. 2, 6-7)"


Dios, después de haber estado presente en toda la Historia de la Salvación se hace presente en el mundo, en carne y hueso, para que podamos comprender mejor el proyecto de salvación que tiene para nosotros. Dios se hace así más cercano, como uno de nosotros, para demostrar que es sensible a nuestros problemas, a nuestras limitaciones, a nuestras dificultades..., para demostrarnos, en definitiva, su infinito amor a todos nosotros.


¡Y no sólo eso! Dios sigue naciendo, como hoy lo celebramos, en nuestras vidas, en nuestros corazones, en nuestro mundo, en nuestro ambiente, en nuestra familia... para transmitirnos su esperanza, la validez de sus palabras, la actualidad de su mensaje, la verdad de su proyecto, la trascendencia de su Buena Noticia...


Dios nace, despierta, lo sigue haciendo en cada Navidad, en un milagro, en un misterio que nos desborda, que supera los límites de lo "humano". Por eso cabe preguntarse: ¿hay sitio para Dios en nuestras vidas?


Ése es el verdadero sentido de la Navidad, lo que vamos a celebrar todos estos días y por lo que estamos orgullosos de poder felicitaros a todos.

1 comentario:

  1. Feliz Navidad también a todos vosotros, espero que nos veamos esta noche, y si no, el día 3. Un beso!

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